Porciones / número de personas: 4
Categoría: Postres
Dificultad: Fácil
400 gr. de harina.
200 gr. de miel.
1 taza pequeña de aceite de oliva.
1 copa vino seco de Montilla Moriles.
1 cucharada de Matalahúva.
1 cucharada de anís o ajonjolí (sésamo).
1 corteza de limón.
1 pizca de sal.
Abundante aceite de girasol para freír.
Azúcar.
Se pone aceite en un cazo con la corteza del limón y los granos de matalahúva, se pone a fuego muy bajo, y lo que conseguiremos será perfumar el aceite, esperamos a que se doren ligeramente los granos, los sacamos, retiramos el cazo, y reservamos.
En un cuenco, se echan la harina, el vino templado, la cucharada de anís, una punta de sal y el aceite aromatizado que teníamos reservado. Se trabaja la mezcla con las manos hasta conseguir una masa uniforme. Se estira la masa con la ayuda de un rodillo sobre una superficie previamente enharinada.
Cuando la tengamos muy fina, se cortan con un molde redondo unas porciones. Se les da forma cogiéndolos por los extremos y llevándolos hasta el centro, apretando con los dedos humedecidos en aceite.
Se calienta abundante aceite en una sartén alta o en una cazuela, y se fríen los pestiños.
Una vez fuera los pestiños se les pasa por un cuenco con miel, puede estar ésta rebajada con agua templada, untar y sacar.
Se colocan en una fuente se les deja secar, y cuando estén secos, se les espolvorea con el azúcar.
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Introducción de la receta