Porciones / número de personas: 2 personas
Tiempo de Preparación: 120 minutos
Tiempo de cocción: 20 minutos
Categoría: Huevos y Lácteos
Dificultad: Fácil
Una taza y cuarto de agua
Una cucharadita y media de ácido cítrico
Un cuarto de cucharadita de cuajo líquido
Una cucharadita de sal
1.750 cc. de leche
Para hacer una riquísima mozzarella casera, lo primero que debemos hacer es disolver el ácido cítrico, que puedes adquirirlo en tiendas de repostería especializadas, en una taza de agua. En el agua restante disolvemos la tableta de cuajo. Si no encuentras cuajo líquido también puedes utilizar tabletas de cuajo. Reservamos.
Vertemos la leche a temperatura ambiente en una cacerola y le añadimos el ácido cítrico disuelto en agua. Lo ponemos a fuego medio y damos vueltas. Cuando esté a punto de hervir retiramos del fuego y le añadimos la mezcla de agua cuajo. Volvemos a remover y lo colocamos al fuego hasta que se caliente a 30º C. Entonces retiramos, ponemos la tapa de la cacerola y dejamos reposar por cinco minutos. La mezcla estará más espesa. Podemos probarlo haciendo algunos cortes con un cuchillo.
Volvemos a poner la cacerola en el fuego y volvemos a calentar la cuajada, que irá separándose en el fuego. Cuando esto suceda, retiramos, tapamos y dejamos reposar otros cinco minutos.
Transcurrido este tiempo, retiramos el suero amarillento con una cuchada. Removemos un poco más, para que siga desprendiéndose el suero y pasamos la cuajada a un recipiente para microondas. Calentamos un minuto. Después tapamos y dejamos reposar, para que siga soltando suero. Repetiremos la operación tantas veces sea necesario hasta que termine de soltarlo todo. También podemos colocar la mozarella en un colador o una gasa dispuesta encima de una jarra y tenerla allí para que vaya escurriendo el suero durante unas horas.
Ya deshidratada, echamos la sal por encima de la masa y mezclamos con los dedos, lo que ayudará a eliminar el suero que haya podido quedar. Puedes añadir orégano o pimienta, si quieres que la mozzarella tenga algún sabor.
Dale forma de bola y fórrala con film de cocina. Después la guardas en una bolsa de cierre hermético o en un bol, en el frigorífico, y la tendrás lista para consumir en el momento que quieras.
Introducción de la receta